miércoles, 14 de enero de 2009

Hacia la imagen total.


La concepción que tiene el ser humano de la imagen se está transformando a marchas forzadas. Casi en cuestión de días. Estamos ante los albores de una verdadera imagen total, esto es, con un click y en tiempo real pueden conseguirse imágenes de todo el mundo, de casi cualquier momento del pasado del ser humano y con una grado de resolución cercano a la microscopía o al telescopio. ¿Existe algo más parecido a jugar a ser Dios?
A lo largo de estos días he leído algunas noticias relacionadas con todo esto que tienen como denominador común la revolucionaria Google que está poniendo patas arriba los fundamentos de la cultura occidental, en este caso la forma en que miramos lo que nos rodea.
La primera noticia es un verdadero acontecimiento. La mítica revista TIME abre sus archivos fotográficos a internet. Dos siglos retratados en maravillosas instantáneas donde hay absolutamente de todo; política, deporte, guerra, pobreza, conquista, fanatismo, sueños, libertad encarnados en sus correspondientes ídolos, personajes, figuras del momento. De la Reina Victoria a Emil Zatopek, de J. F. Kennedy a Picasso, de Andy Warhol a Rainiero, del Pato Donald a Cassius Clay. Un verdadero viaje por el tiempo con una potencia expresiva sin par gracias al trabajo de algunos de los mejores fotógrafos de todos los tiempos que trabajaron para la revista. Y todo tan fácil como pinchar en http://images.google.com/hosted/life y empezar a navegar a placer. Pero hay más. Si lo que nos apetece es viajar a la Roma Imperial o a la Florencia renacentista las maravillosas reconstrucciones hechas por Google vuelven a ser la respuesta.
No sólo podemos viajar en el tiempo. También podemos hacerlo por el espacio. Por la Tierra y más allá de ella. Google ha adquirido hace no mucho tiempo la empresa Panoramio (creada por cierto por dos valencianos) que tiene su origen en una idea muy sencilla; compartir fotos de todo el mundo (literalmente), y que las fotos más vistas y mejor valoradas tengan una cierta preeminencia respecto a las demás, todo ello como sus creadores no se cansan de advertir "aprendiendo del usuario" que es el que manda. Dicho y hecho. Pinchar en http://www.panoramio.com/map/ es recorrer el mundo -de Efeso al Cañón del Colorado, de Tel Avivi a la Martinica, los seis continentes (también hay imágenes de la Antártida)- en un parpadeo. Pero cuidado no se trata de un retrato global del mundo hecho por un autor, por una institución o por un satélite. Es un mapeo hecho por 40 millones de ususarios (y aumentando) con "su" forma del ver el mundo, las calles de su ciudad, los valles de su país, los monumentos que hemos visto una y mil veces en enciclopedias y postales, lo cual lo hace evidentemente mucho más interesante. El momento que vivimos me recuerda mucho al que se vivió en Europa a finales del XIX con la invención del cine. La tecnología cambia nuestra forma de percibir la realidad y por tanto la concepción misma que tenemos de ella.
Hacía atrás, hacia fuera, hacia dentro, muy hacia dentro y hacia arriba, muy hacia arriba (lo micro y lo macro). Google Earth ha incluido recientemente entre sus posibilidades poder bucear en una obra maestra de la pintura hasta un nivel de detalle inimaginable hasta ahora gracias a la resolución que han sido capaces de alcanzar.
Cuando miro Las Meninas y soy capaz de ver una pulga alojada entre los pelos de la pata derecha del perro adormilado del cuadro o una mota de polvo sobre el espejo del fondo de la habitación con el reflejo de los rostros de los reyes, definitivamente mi visión del cuadro cambia y mi concepción de la pintura de Velázquez, también. Leía unas declaraciones de Zugaza, el director del Museo del Prado, reconociendo el interés de la iniciativa (una operación de márketing perfecta por otro lado) aunque poniéndole cierta sordina a su potencial. El alma de ver el cuadro en vivo y en directo -venía a decir- no puede ser suplantada por una mirada virtual aunque ésta sea tan exhaustiva como la que nos ocupa. No acabo de tenerlo claro. Al fin y al cabo Google ha hecho con el pintor lo que que éste hizo antes con la familia de Felipe IV. Una broma, una ironía genial basada en el dominio de una técnica única como era la que él poseía con su don para el retrato. Fijó la imagen del poder repensando a la vez la imagen del mismo. Ahora es el pixel el que sustituye al trazo y la lente de aumento la que se coloca en el lugar del empaste. El juego, y los de Google creo que lo han sabido captar perfectamente, debe continuar...
Y de Las Meninas a la constelación de Orión o a Alpha Centauri porque las imágenes continúan sucediéndose en las largas, largísimas distancias de los millones y millones de años-luz que tampoco quedan fuera del foco. Imágenes de una nitidez soprendente, que observas como si estuvieses instalado en uno de los telescopios de referencia. Y desde lo más lejano retorno al principio de todo, a las largas, largísimas noches de Altamira en las que los primeros seres humanos tratando de fijar una imagen poderosa que trataban de conjurar, la del bisonte a batir, en el tiempo y para siempre a la luz de un chisporroteante fuego. Un fuego que proyectaba inquietantes sombras sobre la caverna. Mientras Platón comenzaba a mirar de reojo en la lejanía.

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