martes, 27 de enero de 2009

Colosal hallazgo


Lo recuerdo muy bien. Un profesor de mi instituto al llegar a esta obra nos dijo que se trataba de un cuadro "que se atribuía a Goya" pero que no era seguro. ¿Cómo? ¿Un cuadro cuya autoría no era segura? Era la primera vez que me pasaba. Hasta ese momento todo había encajado, todos los estilos y obras que habíamos visto a lo largo del curso tenían su correspondiente autor, con nombres y apellidos. Y creía que no podía darse este caso: todos los cuadros "debían tener" su artista de la misma manera que todos los libros "debían tener" su autor (en ese momento no recordaba el Lazarillo de Tormes o el Cantar del Mio Cid), de la misma manera que todas las clases contaban con un profesor tutor responsable.
Era la primera vez que se me hacía evidente, así, a las bravas, que lo que ponía en los libros, en aquel caso los libros más proximos de los que disponía, los de texto, no contenían TODO el conocimiento sobre algo sino tan sólo una parte del mismo, por tanto existían limites en los que se evidenciaba que había cosas que nadie sabía TODAVÍA. No oculto que este descubrimiento supuso en mi al principio cierta decepción en lo que de "verdad revelada" tenían todos esos libros iniciáticos (incluyendo el ritual anual de "vestirlos" de largo con sus forros plastificados para protegerlos, parece que estoy oliéndolos). Más tarde todo cambió porque fue precisamente esa indeterminación que encontré en aquel cuadro la que me permitió reparar en que estaba al principio de un camino, y que este escondía un continuo de descubrimientos a cual más gozoso. ¡Colosal hallazgo! Tan sólo tenía que extender un brazo y coger más libros, y deambular por ellos libremente, sin más límite que mi propia curiosidad.
Estos días al leer la noticia de que El Prado ha demostrado la no autoría de Goya de "El Coloso" he recordado ese momento mágico de mi formación, todo un fogonazo. Manuela Mena, jefa de Conservación de Pintura del siglo XVIII y Goya, ha realizado un extraordinario estudio que puede consultarse en http://www.museodelprado.es/pagina-principal/investigacion/restauracion-y-estudios/el-coloso-y-su-atribucion-a-goya/ donde se realiza un minucioso análisis de documentación y bibliografía desde el momento en que el cuadro llegó al Prado en 1931 hasta sus características técnicas, con la incorporación de los análisis del laboratorio, y su estilo, composición y significado, comparándolo con obras seguras de Goya. Lo curioso es que se baraja como posible autor la figura de un pintor valenciano de finales del siglo XVIII, Asensio Juliá, ayudante principal del taller de Goya, aunque las pruebas al respecto no son concluyentes (se habla de unas inciales A. J. en una esquina del cuadro).
Lo que sí parece seguro es que los "errores" e imperfecciones detectados en el lienzo han apeado al genio de Fuendetodos de la autoría; un uso menos magistral de la natomía humana, de los animales, así como de la perspectiva, los hasta tres intentos empleador por el autor en elaborar la obra, algo impensable en Goya... Una lástima porque todavía recuerdo la interpretación que desarrollaba aquel profesor de una forma tan convicente: el gigante representaba a la guerra, pero también a la ignorancia, al abuso de poder, a la sinrazón del ser humano frente a todo lo cual él mismo huía en desbandada. Huían todos menos uno. Era la anécdota de la obra, tan sólo un burro blanco que ocupa el centro de la escena permanecía quieto y corajudo ajeno a todo lo que está pasando a su alrededor. Los peores, parecía venir a decir el artista, son los que siempre quedan. Hoy en medio de la gran debacle económica que nos ocupa este cuadro parece tener más vigencia que nunca, aunque finalmente no fuera Goya quien lo creara hace ahora justamente 200 años.

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