jueves, 27 de noviembre de 2008

El juego del collage ferroviario













Foto: Antonio Alejo Egea


http://trenesyestaciones.blogspot.com/



Me facilita Toni Alejo, un compañero de trabajo, una de sus preciosas fotografías relacionadas con el fascinante mundo de los trenes y las estaciones. En mi opinión dentro de ese mundo hay uno todavía más fascinante si cabe que es el de las estaciones abandonadas y el de los modelos de locomotora abandonados, que fallecen en grandes extensiones de horizonte infinito como fabulosos esqueletos de animales extinguidos.



Creo que era Vila-Matas quien en uno de sus inclasificables libros hace, a manera de original inventario, la cantidad de novelas, películas de cine, poemas y canciones que se han creado tomando como inspiración el tema de la estación abandonada o solitaria. ¿decenas, centenares, miles? Ciertamente se trata de un tema recurrente e irradia su influjo hipnótico en muchas direcciones distintas: textos, imágenes, sentimientos, intuiciones, sugestiones, nudos argumentales, recuerdos, sueños... (recuerdo justamente el inicio del metalibro de Italo Calvino. Si una noche de invierno un viajero).



Concretamente esta imagen de la Vía 5 de la Estación de Sagunto me atrae porque entremezcla dos lenguajes en un mismo resultado visual; el de la fotografía y el de la pintura. Y lo hace de una forma tan sutil que provoca vértigo. ¿Qué es lo que observamos en ella? ¿Contemplamos una obra de arte elaborada con la técnica del collage a partir de sucesivas bandas distribuidas horizontalmente hecha cada una de ellas con distintos materiales? Si fuera así, la factura me parecería muy destacable por las tonalidades conseguidas, el equilibrio de las formas o la serenidad de las líneas (no sé por qué pero veo una y otra vez en ellas a Morandi). Al fin y a la postre ¿qué es lo que lo impide? El hecho de que conozca a su autor y sepa de antemano que se trata en efecto de una fotografía. Pero también esto puede ser engañoso.



¿Y si diéramos un paso hacia atrás para descubrir que se trata de una imagen que cuelga de la pared de una sala de exposiciones mientras es observada afanosamente por un ensimismado visitante? ¿Y si, dando un paso todavía más atrás, observamos que tras el visitante hay un caballete de pintor en el que el visitante va copinado la imagen que observa con absoluta fidelidad y literalidad? Entonces lo visto en el caballete ¿qué sería? ¿ pintura? ¿ fotografía de la fotografía a través de la pintura? ¿fotografía pintada? ¿pintura inspirada en la fotografía? El eterno dilema del límite entre la realidad y su representación que es lo que esconde justamente este espacio singular surcado de raíles captado por su autor.





lunes, 24 de noviembre de 2008

Elogio de la inercia






La inercia suele tener muy mala prensa entre nosotros. La hacemos sinónimo de continuísmo esteril, más de lo mismo, falta de originalidad y frescura, agostamiento de interés. Lo que viene de atrás aplicado a un presente que se escapa por todos lados en su diversidad e imprevisibilidad, resulta escaso para incorporarlo. Lo aburrido, lo tedioso se desprende de la inercia. Aquello que nos hastía y nos asquea por esperado.
Y sin embargo ¡cuántas cosas importantes le debemos a nuestra delicada y discreta inercia cotidiana! En ella nos insertamos cómodamente obteniendo certidumbres. Celebramos el gozo de la manera en la que perseveran contínuamente algunas cosas muy nuestras: el olor del café recién hecho, la bella luz que tantea el horizonte al amanecer, la limpieza de los ángulos de las calles que nos conducen hasta nuestros destinos, la familiaridad de los transeuntes que coinciden con nosotros al iniciar sus respectivas jornadas de trabajo, la inexorable y parsimoniosa caída de la tarde...
Elijo un día cualquiera de mi vida y le aplico una mirada de entomólogo tratando de separar lo que se mantiene de lo nuevo, el hueso de la pulpa. Pelo ese día, capa a capa, como si de una cebolla se tratara y encuentro, una y otra vez, la bendita presencia de la inercia, de lo que se repite, de lo que está ahí casi esperándome en el salto de un día a otro como amparo ante el terrible provenir con sus salvajes zarpazos, sus desajustes fieros, mezquinos.
A veces es lo único que nos queda frente al caótico devenir en el que se transforman nuestras vidas, sin buscarlo, sin quererlo. La inercia como única aunque débil salvaguarda ante lo que no podemos admitir; nuestra propia muerte.

lunes, 10 de noviembre de 2008

Pensamiento reticular











Escribo desde y para un nodo de una red de redes: internet. Y la metáfora me aplasta porque se extiende de forma poderosa hacia todo lo que veo, siento, miro a mi alrededor, dándole forma y, sobre todo, asignándole un sentido y un significado.

Para empezar, estas mismas palabras que ahora escribo han formado parte antes de una respuesta química llamada sinápsis que ha tenido lugar en una de las más increíbles redes que existen; el cerebro humano. Y de una red a otra, internet en donde se asimilará el mensaje que aquí aparece integrándolo en otra "red" de otra mente que asu vez lo transformará en otra cosa y así sucesivamente. Todos los días acudo a mi puesto de trabajo y conformo un punto, una intersección en coasiones de una red variables de compañeros con los que comparte un cometido común. Mi pasado es una red de momentos discretos y diseminados en el tiempo pero dotados de cierta coherencia en la que yo soy el denominador común de todos ellos. La ciudad en la que vivo es una red de Algunos presupuestos de los que dependemos surgen de una red de entidades participantes.

Suma y sigue. El páis del que formo parte se estructura entorno a un tejido llamado "red de carrreteras del Estado". Écho la vista atrás e identifico las atiguas calzadas rtomanas como una inmensa red de caminos a través de los cuales circulaban recaudaciones de impuestos, el latín y los ejércitos (también con alguna estrategia bélica basada en la red).

Es curiosos como en castellano algunos de sus compuestos presentan connotaciones negativas como la de causar premeditadamente confusión ("deja de enredar"), privación de libertad "estaba entre rejas, acotamiento de espacio ("volver al redil"). Pero también de valentía y determinación un tanto imprudente ("saltar al vacío sin red").

Pero ésto no ha hecho más que empezar porque un grupo de pescadores seguidores de un tal Jesús de Nazaret se dedicaron a "pescar" hombres para establecer una inmensa maya denominada Iglesia. Karl Popper, veinte siglos después, apuntaba desde la filosofía toda una visión de cómo construye el ser humano el conocimiento: cuando investigamos no hacemos sino tirar nuestras redes intentando capturar alguna buena pieza. Desconocemos qué pieza será. La mayoría de las veces vamos a ciegas. Mucho de lo encontrado se colará por entre la urdimbre. Tampoco somos consicentes de la inmensidad del océano del que por fin conseguimos extraer la criatura. Pero nosotros continuamos echando nuestras pequeñas redes una y otra vez en distintos caladeros, más o menos alejados de la orilla. A eso se le llamará, según el filósofo austriaco, método científico. Algunos de nuestros mejores "faeneros" se han llamado Galileo, Cajal, Newton, Edison, Tesla o Faraday por nombrar sólo a unos pocos. Manuel Castells, desde la sociología, ha establecido la categoría "sociedad red" desde la que escruta desde hace tiempo algunos de los principales rasgos de nuestra realidad contemporánea.

Recuerdo las figuras de Giacometti, su dramática estilización que transforma la figura del ser humano representando en un fragmento solitario y desgarrado de una red oscura llamada Humanidad. Todo alejado del actual "net.art". En el caso del artista italiano es el dolor el que hilvana en un eje común todos los cabos, no una tecnología. Frente a ésto Spiderman se embrolla en su propia tela intentando liberar a Mary Jane de las garras del malvado Octopus cuyo modelo es, sin duda, más "tentacular".

lunes, 3 de noviembre de 2008

I + D en blanco y negro.








Hoy que se ha desarrollado una auténtica selva terminológica en torno a las tan traídas y llevadas siglas del I + D + i; perfiles profesionales completos que se estampan de manera rimbombante en las tarjetas de visita (gestores de la innovación, los llaman), departamentos en las multinacionales más planetarias, partidas presupuestarias en ciertos Ministerios de postín, conceptos en los balances de las empresas para desgravara al fisco, hoy, decía, he encontrado 20 o 30 años avant la lettre, un ejemplo sencillo pero muy esclarecedor de lo que supone innovar, sin siglas, sin más.

Me refiero a la recientemente editada en DVD serie de terror "Historias para no dormir", la mítica serie de Telesión Española de los 70 dirigida por el inigualable y poco reconocido por nuestras latitudes, Chicho Ibáñez Serrador. Un verdadero regalo para los sentidos para estos tiempos innovados.

¿Por qué mirar hacia atrás para encontrar lo más rabiosamente nuevo? Primero por que esta serie nos habla de una televisión que ya no existe. Una televisión que, en efecto, era un medio en el mejor sentido del término, esto es, un instrumento, una herramienta para contar historias (para NO dormir en este caso) , buenas historias, interpretadas (por tanto hechas creíbles a partir de lo increíble) por un extraordinario elenco de actores y actrices para algunos de los cuales su participación en este trabajo fue una verdadera escuela. Nada que ver con lo que encontramos en la actualidad donde el medio (nunca MacLuhan estuvo tan presente) es el mensaje, sin más.

En segundo lugar esta serie y algunas otras del momento, se contruyó a golpe de puro talento en una España, como era la de la época, que no era precisamente Hollywood. Con muy pocos medios, con unos presupuestos que harían sonrojarse a cualquiera si los comparámos con los de series actuales de éxito. Unos repartos escuálidos, unos medios técnicos sobrios (pero de lo mejorcito del momento), pero con una intensidad en el mensaje y en la comunicación capaz de dejar sin resuello al espectador. Todo resaltado por ese blanco y negro expresionista que realzaba el misterio y la intriga. Más por lo que NO se veía que por lo que se mostraba.

Además, hablamos de una serie de terror, no hay que olvidarlo. La elección por parte de sus creadores no deja de tener su aquel. Porque en principio no se trata de una temática fácil precisamente, ni que, sepamos, contase con muchos adeptos por aquel entonces (tampoco ahora). Y sin embargo la potencia de las historias contadas, la extraordinaria interpretación de los actores acababa transformando algo minoritario en un producto televisivo de gran demanda.

Por último ver algunos de los capítulos de "Historias..." incluyendo la genial cabecera del programa (que ya nos helaba la sangre) para mi ha sido un viaje al pasado. Un potente reencuentro con mi infancia en la que se entremezclan algunas de sus imágenes con las de los cuentos que leía por entonces, historias en las que agitaban todos los materiales vistos, leídos, imaginados y vividos en un pastiche del que participaba preferentemente como espectador de manera rotunda, sin concesiones.

Sigan mi consejo. Si quieren saber lo que realmente es innovar, esto es, hacer las cosas de una forma diferente, mejor y con menos medios, abandonen los diseños futuros de NIKE o los de MacDonalds y acomódense en sus salones (si es posible con las luces apagadas) dispuestos a ver El muñeco. No se arrepentirán.