sábado, 10 de noviembre de 2012

Al borde del abismo




Les presento a Margarita. No se trata de una joven promesa del cine hollywoodiense en la última película de los hermanos Cohen, aunque la historia que encierra bien podría dar para uno de sus guiones. Margarita Teichroer, de 26 años, vive en Bolivia, y la instantánea está tomada en la cocina de su casa. Pertenece a una comunidad religiosa menonita que vive como lo hacían sus antepasados alemanes hace cinco siglos.
 
El mero hecho de que exista esta fotografía es una verdadera herejía según las acendradas creencias de Margarita para quien la fotografía y la televisión es algo prohibido porque está en la misma fuente de todos los males que nos atenazan. Margarita -y siempre según sus creencias, insisto - en el momento en el que se dispara el flash de la foto, se asoma literalmente al mal, a lo que para ella es el abismo puro, al insondable magnetismo de la fatalidad. Por eso se medio tapa el rostro con parte de su mano colocándola como parapeto que tiene más accesible para detener, resguardarse, salvaguardarse del acto de traición que -según ella- estaría realizandose a sí misma y a la comunidad a la que pertenece.
 
Hoy cuando todo el mundo se vuelve loco por ser famoso, ser retratado sin fin, aparecer constantemente en los medios para "ser", la historia de Margarita no deja de ser fascinante porque su caso va más allá de lo que para nosotros es un mero arcaismo, una anacronía. Margarita, de forma contraria a la mayoría de nosotros, necesita no ser vista ni captada por el objetivo de una camara, para poder seguir siendo lo que ha elegido ser. Estamos por tanto ante una cuestión de identidad, además de religiosa.
 
Y me pregunto por muy especial que sea este retrato , obra por cierto de Jordi Cirera con el que ha ganado el prestigioso premio de retaro Taylor Wessing, qué derecho tenía a hacerlo. Mejor dicho, qué derecho tenía a invadir ese anonimato mediático aunque fuera en pos de conseguir un galardón tan preciado. Me pregunto si nos queda un solo centímetro de realidad social por cartografiar con imágenes, sobre todo desde que Google ha sido capaz de reproducir el globo en su totalidad a una escala digital 1:1.
 
El protagonista de la última novela de Susanna Tamaro, "Para siempre", dice en un momento determinado que, tras huir al campo tratando de olvidar el accidente de automovil en el que muere su mujer, al escuchar por primera vez la radio despues de muchos meses sin oirla, le irió lo que escuchó y por eso la apagó inmediatamente. ¿Sabemos el daño que nos inflige el observar determinadas imágenes? No hace falta ser un niño para demandar protección, ni ampararse en la libertad del adulto para no verse sometido a la "lluvia de cieno" diaria y permanente que nos cubre. Margarita desconfía intimamente del acto mismo de apropiarse del otro a través de una tecnología que congela,  recorta, trocea, tritura y transforma la vida en mercancía mediática.
 
Esta es la imagen misma de un choque cultural de trenes. La del fotógrafo que pugna por añadir un centímetro del territorio de imagen virgen que se le ofrece a la cámara, y la de la muchacha que temerosa, desconfiada, y por que no un tanto enhojada, no termina de ver claro eso de ceder a la petición que le formula el primero. Lo que va a perder es mucho mas de lo que le dicen que puede ganar.

martes, 9 de octubre de 2012

Una mirada


Hay miradas que desafían la capacidad descriptiva o interpretativa del lenguaje. Que hacen que este aparezca como un remedio torpe y disminuido frente a la inmensidad que ofrecen. 21:30 horas, linea 85. Desde mi asiento de copiloto observo una de esas miradas que emite una mujer boliviana o peruana sentada en uno de los asientos del autobús medio lleno, delimitado en su interior en sus contornos más gruesos por una luz malva apagada.
La mirada. La mirada se proyecta en una única dirección  como un potente haz sin apenas ser percibida por el deambular de los pasajeros que van y vienen esperando que llegue su parada para bajar. Observo a la mujer ensimismada que pone toda su vida en esa mirada esquiva a ser adjetivada con palabras como "triste", "nostálgica" o "ensimismada". Una mirada que se adentra en el misterio y se niega a huir en retirada. En la que el tiempo deja de funcionar porque se balancea entre recuerdos y   sueños que se apoyan en los primeros para intentar que se hagan realidad. 
El marco de la ventana encuadra una mirada que trasciende el momento. Nunca sabrá esa mirada que fue objeto de contemplación. Porque no estaba hecha para eso. Sino para otra cosa.
Torpemente me atrevo a aventurar una hipótesis seguro incierta respecto del fin de la misma -¿han de tener alguno?-. Creo que hay miradas terapéuticas que permiten reconstruirse a quien las lanza, poner las cosas en su sitio y los puntos sobre las íes. Miradas que curan por dentro saliendo hacia fuera. Que han de tenerse a la fuerza porque depende nuestro pellejo de ello. Porque sí no las pusiésemos en marcha enfermaríamos o desapareceríamos, o nos convertiríamos en sapos rosas. Hay miradas como la de esa mujer que exigen su instante y, en cierto modo, lo crean. No lo ayudan a suceder, sino que lo propician. Y al hacerlo exigen intimidad. Por eso desvíe la mirada -la mía- en cuanto me percate de la densidad y hondura de la otra -la de ella-, esperando no haber dejado ningún resto de mi retina en un momento de tal trascendencia.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

CLINAMEN


"Clinamen" es una expresión ltina que significa "giro" o "cambio de rumbo". La emplea Lucrecio en su célebre y revolucionario obra "De rerum natura"  en la que construye una cosmovisión completa del mundo y de nuestra posición en él. Cosmovisión que, tras un largo y laberíntico recorrido, sería el auéntico fundamento filósico del Renacimiento. La realidad la conforman un flujo constante de átomos que a su vez nos constituyen íntimamente.

Girar, cambiar de rumbo, variar, modificar, alterar, diferir, tomar caminos diferentes, explorar rutas dinstintas de las trazadas o de las que solemos recorrer. Me pregunto si ambas expresiones -"Clinamen" y  "Lâcher prise"-  no son dos caras de la misma moneda. Y si sólo podemos llegar a la primera por medio de la segunda. Me pregunto si solo consigues alcanzar tu verdadera identidad una vez te abandonas completamente, te "dejas atrás", te "niegas a ti mismo", y entonces, sólo entonces, llegas a saber quién eres y por qué eres quién eres.

De algún modo los desvíos, las encrucijadas inesperadas, los cambios de sentido tienen la virtualidad de ponernos a prueba, despojándonos de lo accesorio y preservando lo importante, que justamente es la provisionalidad y el estar permamentemente de paso.

domingo, 2 de septiembre de 2012

Lâcher prise


 
Soltar, dejarlo correr, no aferrarse, desprenderse, desasirse, soltar lastre, abandonarse, hacerse más implícito, más sutil, ganar en agilidad, en presteza, en capacidad de reacción. Evitar aquello que nos lastra, que nos retiene, que se apodera de lo que somos sin apenas darnos cuenta, de nuestros sueños e intenciones, de nuestras sanas aspiraciones y de nuestras entregas. Potenciar lo menos en lo mas, y lo más en lo menos. Aligerar carga, tonificar, reducir lastre. Negarse como la mejor forma de autoafirmarse. Perder para ganar. Privarse para llegar a lo auténtico. No intervenir un solo segundo en quejarse ante la inmensa cantidad de oportunidades, regales y dones gratuitos que se nos ofrecen cada día. Tirar lo que no sirve, reciclar lo que sí, reutilizar lo que no le veíamos utilidad... antes, pero ahora... Reaprovechar. Viajar hacia dentro lo más ligero posbile. Descansar fuera en los ribazos que nos deja el cariño que por imperativo moral debemos a los demás. Percibir la grandeza incomensurable de la pequeñez, del gesto apenas perceptible que perdura por la eternidad, del soplo constante de vida regalada.
 
Lâcher prise es la mejor manera -la única de hecho- de reestablecer nuestra confianza en la vida. Por más que nos empecinemos en algo el cauce no se alterará. Déjalo correr, déjate mecer por el torrente dorado delm devenir que te lleva al lugar que te corresponde, el mejor de los posibles. Ya lo verás.
 
Toda una declaración de intenciones en esta primera entrada tras un largo silencio de este blog díscolo y gamberro.