miércoles, 31 de diciembre de 2008

Geografía literaria.



Este último día del año es propenso a hablar de lugares, pero de unos lugares especiales; lugares literarios. Espacios "cargados" de densidad literaria, con un cierto magnetismo un tanto inexplicable.

Se me ocurren multitud de ellos; un faro (rememorando alguno de los relatos de Vilá Matas u otros iniciales de Ruiz Zafón, o de Piñol), una estación semiabandonada (recuerdo el maravilloso metarelato de Italo Calvino, Si una noche de invierno un viajero), una biblioteca de una localidad de provincias, una gasolinera perdida, un carretera solitaria que atraviesa un paisaje desértico infinito (pierso en Thelma y Louise), un motel de tres al cuarto (pienso en Psicosis), un hotel anónimo próximo a un gran aeropuerto, la sucursal de un barrio de clase media en una pequeña ciudad al oeste de una gran Estado, un poblacho indio inexistente en los mapas reales (la maravillosa y reciente novela Tigre blanco o más alejada en el tiempo Hijos de la media noche),un cine a punto de ser cerrado con más de 50 años a sus espaldas (Amarcord o Cinema Paraíso), el consejo de administración de una gran multinacional en la sesión en la que va a dar cuenta de su disolución (pienso en El gran salto de los Cohen), el Oxford de Javier Marías, y podríamos seguir y seguir.

Y reparo en que muchos de los libros que he leído o de las películas que he visto toman como punto de partida esos lugares. Parece que éstos "empujen" sus historias, primero porque les aporta verosimilitud, pero también porque son ámbitos especialmente dados a la creación.

Pero, ¿por qué lo son? ¿Porque "condensan" muchas historias posibles y creíbles a priori?, ¿Porque muchos creadores antes han puesto sus ojos en ellos y han acabado transformándolos en objeto literario?, ¿Porque el propio espacio elegido se conforma en la "realidad" de personajes, pasados, datos que ofrecen una materia prima de primera con la que fabular? Sinceramente, no lo se. Lo único que sé es que cuando pienso en alguno de estos lugares que he citado y en algunos otros siento como una especie de topetazo mental, de señal de aviso que proviene de una callada multitud que susurra y pugna por salir al papel para contarse, desarrollarse, extenderse respecto de lo que les ocurrió.

Esta geografía literaria es fascinante por cuanto plantea de un forma completamente original la relación entre coordenadas físicas y creación literaria. Lo hace de una forma brillante Franco Moretti en un delicioso texto que lleva por título Atlas de la novela europea en la que compara el espacio que surge de la mente de algunos grandes escritores con los mapas reales del momento; esto es, realiza una auténtica cartografía de la creatividad literaria del momento, siendo sorprendente el resultado: una breve historia de la novela europea en cien mapas geográficos, donde se ve cómo era la Inglaterra de Jane Austen y cuán diferente era de la España de la picaresca, o de la Francia de la Comedia humana;de Moliere; donde se descubren los confines invisibles del París de Balzac o del Londres de Dickens (y el pacto secreto entre Sherlock Holmes y Jack el Destripador).Y donde, en fin, se sigue la difusión europea de Don Quijote, de Los Buddenbrook, de los bestseller ingleses y franceses.

Como niño con zapatos nuevos redacto este nuevo post desde un nuevo portátil que me han dejado de forma un tanto antizipada los siempre amables y generosos Reyes de Oriente, un lugar por cierto también "denso" en lo literario.

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