jueves, 4 de diciembre de 2008

(Casi) todas las almas.












Inicio este post con un título que rinde homenaje a la conocida novela de Javier Marías All souls porque quiero esta vez hablar de almas, de almas que se transfieren, se deslocalizan, se parcelan, o simplemente se liberan de su lastre corporal en forma de voz conformando un simulacro total.

El otro día me enteré de que un granjero cualquiera de la zona oeste de los Grandes Lagos que haya comprado una trilladora y tenga una duda sobre cómo utilizar determinado botón, o una adolescente de Los Angeles que haya comprado el último CD de Beyonce y le haya salido defectuoso, al llamar a uno de esos teléfonos de consulta/reclamación 902 será atendido en perfecto american por alguien que está a miles de kilómetros de allí, concretamente en Bombay, y que quien lo haga no se llamará Tom o Nancy, sino Aashish o Kalini, tendrá entre 20 y 30 años, será mujer, ganará tres veces más que la mayoría de sus compatriotas y será adicta a series como 24 horas, Melrose Place o Los Soprano.
Asshish, o Kalini o Chanchala trabajan en turnos de 14 horas ininterrumpidas en los Call Centers hindúes deslocalizados. Siempre de 12 de la noche a 2 del mediodía para provechar los husos horarios adecuados. Pero además tienen que "ser" americanos; comer como americanos, soñar como americanos, hablar como americanos, sentir como americanos. Es decir, se trata de trasbasar almas no de aprovechar una fuerza de trabajo infinitamente más barata. Se trata de implantar una identidad completa y de hacer que retoñe. Trato de imaginar lo que supone vivir en un mismo cuerpo con dos identidades simultáneas en lad que además una de ellas es la que te da de comer, mientras que la otra explica lo que eres.
Y me pregunto si en el reciente atentado terrorista ocurrido en Bombay alguna de las numerosas victimas provocadas no sería alguna de estas jóvenes mujeres, partidas culturalmente en dos, que acudían a su jornada de trabajo nocturno como todos los días, mientras en los hoteles y las estaciones otros asesinos ponían bombas para defender el alma india, o el alma musulmana o vaya usted a saber qué otra milonga perversa. Aunque quizá ellos piensen que sus almas lo son menos por haber sucumbido a los engañosos cantos de sirena del infiel para que la operación aritmética resulte redonda; 2-1 = 0.

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