jueves, 25 de diciembre de 2008

Contrapunto.










Tras dos post consecutivos de tono grave y profundo sobre la escritura necesito echar lastre y reirme un poco de mi mismo. Quizá solo así se roce lo auténtico. Porque en realidad cuando me hago la pregunta de por qué escribo la respuesta no la encuentro en alguno de los post que he escrito estos días, sino en otros razonamientos mucho más "a mano", mucho más sencillos y alejados de la trascendencia un tanto impostada con la que me he estado adornando. Escribo porque me lo paso bien haciéndolo, así, sin más, Porque disfruto con el acto mismo de llevar a cabo esa actividad. En ese sentido no me diferencio demasiado de los verdaderos y buenos jugadores de mus, que juegan no para ganar sino porque el mero juego les suministra placer, alegría y felicidad. En sí mismo y por sí mismo, sin mayores añadidos. Por eso escribir por escribir me parece lo más sensato que puede hacerse. No escribir cono medio sino com fin en sí mismo. Es como comparar una calva atractiva con un descolocado bisoñé.

También escribo por razones de tipo "terapéutico". Escribir de algún modo ordena mi pensamiento y lo "criba" de estupideces, supercherías y hojarasca inútil. Una especie de gimnasia mental de la que deseo disponer para no perder el "tono" mental al que tan toscamente persigo cada dia. Me predispone a observar con tino cosas que normalmente me pasan desapercibidas y en ese sentido me permite ser un poco mejor persona, lo cual no es poco, la verdad.

Por último escribo para que me lean, para comunicarme, para darme a conocer sin subterfugios, tal cual soy, y de una manera libérrima. En el fondo, para que me quieran. También en ese sentido no me distingo demasiado de la mascota que le hace monadas a su dueño esperando ávidamente la caricia como recompensa. Tras la acrobacia también hay una componente golfa que no ha de escapársenos; mirar de reojo la posible vianda que acabe cayendo en nuestras fauces. Hablando de golfos les felicito la Navidad con una sensacional versión de un célebre villancico a cargo de dos notables golfos con voces privilegiadas: Frank Sinatra y Bing Crosby. Que lo disfruten.


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