miércoles, 17 de diciembre de 2008

Como pompas de jabón.


"On and on the rain will fall
Like tears from a star, like tears from a star
On and on the rain will say
How fragile we are, how fragile we are."
Sting estrofa de su canción Fragile


Malos tiempos para ser sutil, para leer entre líneas, para los dobles sentidos, para los matices y las sugerencias, para los grises, en suma (uno de mis colores favoritos por cierto). O blanco o negro, o conmigo o contra mi, o todo o nada, o ahora o nunca. O impostamos la voz y nos afectamos con gravedad extrema y facundia en nuestra conversación con el otro o no nos creen porque no reproducimos su código a pies juntillas, su verdad, sus intereses o su mundo.

Y sin embargo me resulta la única forma sensata (junto con el humor y la ironía) de estar en el mundo. Me refiero al hecho de vivir instalados de manera permanente en el matiz, en el detalle, en lo breve, en aquello que pasa desapercibido para el común la mayoría de las veces y sin embargo constituye la verdadera clve de lo que nos rodea. Huir de los grades trazos y vindicar la caligrafía preciosista, y olfatear, siempre olfatear con instinto perruno.

La fragilidad, la mutabilidad, la vulnerabilidad, la fugacidad como forma de entendernos y de entender lo que nos rodea. Y desde ahí redescubrir la maravilla de todo aquello que permanece, que continúa ahí para nosotros. Reiniciar la conquista, la caza de lo que resulta obvio o de sentido común y hacernos el regalo de ver lo que hay dentro, una vez lo hayamos desmontado pieza a pieza como un mecano. Muchos antes que yo lo vieron y, de algun modo, lo entendieron y se aplicaron el cuento; del "Nada es, todo fluye" de Heráclito a los Estoicos, de los Futuristas y su pasión por la velocidad al poema de Jorge Luis Borges llamado "Los justos" en el que, nada más y nada menos, un hombre que acaricia a un animal dormido está salvando el mundo.

Es paradójico porque tras aparentes vulnerables se esconden titanes. Ayer mismo conocí a uno de ellos en la magistral película de Paolo Sorrentino, Il Divo que retrata la extraordinaria epopeya de la vida política de Giulio Andreoti (genialmente interpetado por Toni Servillo), el que fue siete veces Primer Ministro de Italia. Tras una apariencia de hombre mínimo, apocado hasta la caricatura, recogido hasta en su más mínimo gesto, se escondía uno de los personajes de mayor ambición, resistencia (26 causas archivadas por la justicia), tenacidad y astucia que he conocido. Mientras Roma dormía, al amanecer, un hombre pasea, fuertemente escoltado, por una de sus calles principales. Quien se cruce con él solo verá en él un rostro inexpresivo una espalda jorobada y una mirada ahogada en una infinita tristeza. Y sin embargo... su destino probablemente estará en sus manos.

¿Han probado alguna vez a hacer explotar una pompa de jabón? Ni lo han intentado. Algo tan fácil casi averguenza planteárselo como reto. Y sin embargo (pruébenlo) no es tan fácil ni se rompe tan rápido como pudiéramos pensar en un principio. Resiste y resiste nuestras torpes y engreidas acometidas. Me gusta pensar en la fortaleza que esconde la fragilidad, la intensidad que aporta el ser más vulnerable frente a los que todo lo saben, pueden o quieren. Por favor no vean en esta declaración el menor atisbo de misticismo. Es pura e indisimulada comodidad. Eso de escribir los renglones de la Historia debe ser muy cansado y sobre todo expuesto. Necesitas como poco desdoblarte hasta el infinito para ser todos los personajes que los demás necesitan que seas. Es decir, dejarte a un lado a cambio de la posteridad. Pésimo trueque.

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