martes, 2 de diciembre de 2008

At last.


Fue por puro azar, como muchas de las cosas intensas y profundas que nos pasan en la vida. Tropecé con esta maravillosa balada romántica (una de las grandes de todos los tiempos) al ver un capítulo de una conocida serie que la incluía como banda sonora para uno de los momentos en el que la chica acepta (¡por fin! At last) la invitación del chico que tanto estaba esperando ella y que por otro lado, y sin atreverse a admitirlo, tanto deseaba él.
Se trata de una canción que simplemente te invade, te noquea, te aturde para, cuando vuelves otra vez a reaccionar y recuperar cierta consciencia, rematarte, esta vez de una forma definitiva y final. At last comparte con determinadas composiciones musicales de Bach, o ciertas obras de Borges, de Flaubert o de Kafka el tratamiento de sublime. Nadie debería largarse de esta vida sin conocerlos, sin adueñarse de ellos, sin hacerlos suyos por un momento, sobre todo porque suponen en nuestras vidas un antes y un después. Nadie es el mismo después de haber escuchado esta canción o haber leído alguno de estos téxtos. Nadie. Y es justamente ese poder transformador el que los hace creaciones distintas. Son aportaciones únicas por arrasar todo lo que sale a su encuentro; jóven o viejo, culto o analfabeto, hombre o mujer, alemán o sudafricano, rico o pobre.
Etta James, que este año justamente ha cumplido 70 años, ha tenido una vida extraordinariamente convulsa y difícil. Heroinómana (como la otra gran voz negra blanca de la actualidad, Amy Winehouse, con el crack) con una historia familiar dramática. Su voz, lo que percibimos en canciones como All I Could Do Was Cry o I'd Rather Go Blind, es pura rabia y puro dolor hecho música vibrante y genialmente interpretada. Una rabia y un dolor que en muchas ocasiones acompañaba en sus conciertos y actuaciones de una corporalidad desgarrada en escena hasta casi rozar lo obsceno.
Porque, entre otras cosas, Etta James utilizaba la música, su música, para saldar deudas pendientes, para remontar el vuelo tras la batida, para sortear la adversidad, para recomponerse tras el desamor y la desventura. Su carrera es un eterno retorno al gospel al que desmonta cuidadosamente como un mecano para recomponerlo inyectándole soul, esto es, soledad, amargura y tristeza, pero también una autenticidad que corta el la respiración. En 1963 graba para el sello Chess un vibrante disco en directo, Etta James Rocks the House, grabado en el New Era Club de Nashville, donde incluye un tema redondo, All I Could Do Is Cry del que la críitica de la época dijo que sonaba como "un tren ardiendo a toda velocidad".
Háganme caso, el próximo atardecer que tengan tonto escuchen esta canción, suban el volumen y adéntrense en las mismas fauces de la madre Tierra. Al fin y a la postre, la cadena del azar debe continuar, aunque esta vez sea en forma de blog. At last.
Atendiendo la petición del audio de la canción ahí tenéis el link de la canción en You Tube. Buena audición. http://es.youtube.com/watch?v=1fSY_S45rZ4 (incluye el regalito de algunas preciosas imágenes de "Corazon Salvaje")

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