viernes, 12 de diciembre de 2008

Capitalismo a escote.














No sé a ustedes pero lo que es a mi todo lo que está pasando en el revuelto panoráma económico me parece muy, pero que muy raro. Tenía cierta noción de la caracterización que se hace habitualmente de los distintos tipos de capitalismo que han ido surgiendo a lo largo de la historia en distintos lugares del globo: capitalismo incipiente, capitalismo salvaje, capitalismo intervenido, capitalismo monopolista, capitalismo templado al calor del Estado del Bienestar, el milagro "capitalista" de los años 50 y 60 en Alemania y Japón, capitalismo "a la asiática", capitalismo globalizado etc.

Creo que somos muy afortunados porque somos testigos directos de la historia con mayúsculas. Asistimos a la articulación de un nuevo tipo de capitalismo, el capitalismo basado en el contribuyente, una nueva y sin duda curiosa mutación del sistema; lo que denomino de una forma más coloquial "capitalismo a escote". Que su empresa tiene pérdidas o está a punto de quebrar, Don't worry aquí estamos nosotros para arreglarlo. A ver ¿de cuánto se trata? Pues como esos. Todo sea por la "salud" financiera del sistema, porque no haya quiebras, porque el tio vivo de las hipotecas siga y siga rondando y luciendo esplendoroso. Un planteamiento sin duda impecable que reduce a cero el riesgo inversor y, sin duda, "maximiza" las ganancias, dado que se trata de ganancias "cautivas". Cautivas por provenir de nuestros impuestos describiendo un círculo virtuoso según el cual los Estados con políticas fiscales más asfixiantes serán los que contarán con un tejido empresarial más "recio". El Estado-empresa, por tanto.


Tan sólo dos matices. Uno: la pasta que se está poniendo con generosidad sale de los impuestos de todos nosotros. Y para ponerlo se recurre a la deuda pública, es decir a la deuda de todos, esto es, se trata de hacernos un poquito más pobres hoy también a todos. A nosotros y a los que vengan detrás de nosotros que se encontrarán con un "pastel" cuioso (por qué -se preguntarán- tenemos nosotros que pagar los platos rotos de unos parientes lejanos manirotos). Dos: ¿a qué empresas sí y a cuáles otras no? ¿a todas? ¿a parte? ¿a las denominadas "estratégicas"? ¿a qué parte y según qué criterio? A eso se le suele llamar "discrecionalidad" y muy a menudo suele ser el paso previo de la arbitrariedad.


Así que ya saben, este fin de año la próxima vez que paseen por el parque con su familia, estén en una plaza tomando el Sól tranquilamente, o salgan a un bar con sus amigos y se encuentren al Executive Chief de GM, o al de Chrysler o por qué no al ya archiconocido señor Madoff, y les extienda un fajo de billetes o un cheque al portador, no se sorprendan ni le hagan ascos porque simplemente está cumpliendo con su deber; repartir los beneficios obtenidos por la firma en el presente ejercicio. Al fin y al cabo todos hemos pasado de ser simples contribuyentes a ser socios accionistas de un nuevo y gigantesco consejo de administración llamado Administración.















No hay comentarios: