martes, 10 de febrero de 2009

Desde las vísceras.



Si quieres escuchar la tierra escucha a Camarón. Si quieres saber qué te dicen los muertos, cómo suena el aire, el agua, el Sol, la sal, los senderos milenarios, el polvo adherido a las pisadas del camino ponte "Canastera" a toda virolla y teletranspórtate.

Si quieres huir del mundo de simulacro en el que sueles desenvolverte enchúfate a "Como el agua" y déjate llevar. Al margen de su genialidad técnica la voz de Camarón es una voz de auténtico muecín, lleno de mapas, de pieles de leopardo, de sabana sofocante, de ira y de aceite. La complejidad de las canciones que interpretaba era tal que muy pocos se atrevían a ejecutarlas, y además lo hacía innovando porque para muchos Camarón sigue siendo un auténtico hereje del género porque lo reiventó desde dentro como un Picasso del flamenco.

Todo está en ese chorro inacabable que expresa como nada en este mundo el dolor, la rabia, el miedo, la pena, siempre la pena y el orgullo de haber nacido gitano, y de ser capaz de hacer algo que nadie más en el mundo es capaz de hacer. Cuando escuchas a Camarón todo se para, te engulle el agujero bestial, magnético que surca sus labios de nacar.

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