lunes, 10 de noviembre de 2008

Pensamiento reticular











Escribo desde y para un nodo de una red de redes: internet. Y la metáfora me aplasta porque se extiende de forma poderosa hacia todo lo que veo, siento, miro a mi alrededor, dándole forma y, sobre todo, asignándole un sentido y un significado.

Para empezar, estas mismas palabras que ahora escribo han formado parte antes de una respuesta química llamada sinápsis que ha tenido lugar en una de las más increíbles redes que existen; el cerebro humano. Y de una red a otra, internet en donde se asimilará el mensaje que aquí aparece integrándolo en otra "red" de otra mente que asu vez lo transformará en otra cosa y así sucesivamente. Todos los días acudo a mi puesto de trabajo y conformo un punto, una intersección en coasiones de una red variables de compañeros con los que comparte un cometido común. Mi pasado es una red de momentos discretos y diseminados en el tiempo pero dotados de cierta coherencia en la que yo soy el denominador común de todos ellos. La ciudad en la que vivo es una red de Algunos presupuestos de los que dependemos surgen de una red de entidades participantes.

Suma y sigue. El páis del que formo parte se estructura entorno a un tejido llamado "red de carrreteras del Estado". Écho la vista atrás e identifico las atiguas calzadas rtomanas como una inmensa red de caminos a través de los cuales circulaban recaudaciones de impuestos, el latín y los ejércitos (también con alguna estrategia bélica basada en la red).

Es curiosos como en castellano algunos de sus compuestos presentan connotaciones negativas como la de causar premeditadamente confusión ("deja de enredar"), privación de libertad "estaba entre rejas, acotamiento de espacio ("volver al redil"). Pero también de valentía y determinación un tanto imprudente ("saltar al vacío sin red").

Pero ésto no ha hecho más que empezar porque un grupo de pescadores seguidores de un tal Jesús de Nazaret se dedicaron a "pescar" hombres para establecer una inmensa maya denominada Iglesia. Karl Popper, veinte siglos después, apuntaba desde la filosofía toda una visión de cómo construye el ser humano el conocimiento: cuando investigamos no hacemos sino tirar nuestras redes intentando capturar alguna buena pieza. Desconocemos qué pieza será. La mayoría de las veces vamos a ciegas. Mucho de lo encontrado se colará por entre la urdimbre. Tampoco somos consicentes de la inmensidad del océano del que por fin conseguimos extraer la criatura. Pero nosotros continuamos echando nuestras pequeñas redes una y otra vez en distintos caladeros, más o menos alejados de la orilla. A eso se le llamará, según el filósofo austriaco, método científico. Algunos de nuestros mejores "faeneros" se han llamado Galileo, Cajal, Newton, Edison, Tesla o Faraday por nombrar sólo a unos pocos. Manuel Castells, desde la sociología, ha establecido la categoría "sociedad red" desde la que escruta desde hace tiempo algunos de los principales rasgos de nuestra realidad contemporánea.

Recuerdo las figuras de Giacometti, su dramática estilización que transforma la figura del ser humano representando en un fragmento solitario y desgarrado de una red oscura llamada Humanidad. Todo alejado del actual "net.art". En el caso del artista italiano es el dolor el que hilvana en un eje común todos los cabos, no una tecnología. Frente a ésto Spiderman se embrolla en su propia tela intentando liberar a Mary Jane de las garras del malvado Octopus cuyo modelo es, sin duda, más "tentacular".

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